«La energía flexible: cómo abaratar el precio de la electricidad» describe la transformación del modelo energético actual, centralizado y extractivo, a un nuevo modelo distribuido e inclusivo: gestión de la demanda en cada centro de consumo y participación del consumidor activo en el centro del sistema. Un proceso prescrito por las nuevas directivas europeas del “paquete de invierno”.
Según explica en este informe su autor, Javier García Breva, la energía flexible es un acelerador imprescindible de este proceso que «consiste en abrir la competencia a millones de consumidores autogeneradores
a través de la generación distribuida con renovables, baterías de almacenamiento, contadores y aplicaciones
inteligentes y agregadores que les faciliten la gestión de la demanda y su participación en el mercado
eléctrico».
Las cuatro claves de esta nueva relación con la energía que recoge el documento son:
- Participación de los consumidores activos
- Apertura de la competencia a nuevos actores
- Incentivar la innovación energética
- Desarrollar el principio de quien contamina paga
¿Y cómo se consigue esta flexibilidad? Sustituyendo los combustibles fósiles por electricidad renovable en los edificios y el transporte para permitir la gestión de la demanda, la reducción de costes, la contaminación y las emisiones.